Rigoberto Pitti- Publicado en PanoramaCatolico.com, el 26 de julio de 2015.
La globalización del paradigma
tecnocrático ha llevado a la sociedad dominante a la falsa idea de que “existe
una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, que su
regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las
manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos” (Francisco, Laudato si, 106).
Este mito está siendo socialmente
alimentado en las ciudades, donde cada día se demanda más energía para mover
una economía que pretende crecer de manera infinita e ilimitada (otra falsa
premisa).
Entonces pareciera que nuestra
sociedad se tensiona entre la demanda energética de los nuevos centros
comerciales, los edificios ultramodernos y las mega-obras; y, por otro lado, la
capacidad y disponibilidad de fuentes energéticas que provee nuestra madre
tierra. Mientras los ciudadanos de las ciudades exigen electricidad y las
empresas quieren asegurar sus inversiones; los habitantes de las áreas rurales defienden
las fuentes de agua que, de manera voraz, pretenden acaparar las empresas
generadoras de energía.
Francisco nos advierte que no
podemos buscar respuestas urgentes y parciales a estos problemas ambientales.
“Debería ser una respuesta distinta, un pensamiento, una política, un programa
educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia
ante el grave paradigma tecnocrático” (No. 111).
El Papa propone como un paso
fundamental en este cambio de paradigma, una conversión ecológica, que implica “vivir la vocación de ser
protectores de la obra de Dios (como una) parte esencial de una existencia
virtuosa” (217). Además, implica vivir las consecuencias del encuentro con
Jesucristo, en nuestras relaciones con el mundo que nos rodea.
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