viernes, 8 de julio de 2016

EL DIÁLOGO




Rigoberto Pitti - Publicado el 19 de agosto de 2015, en www.panoramacatolico.com, Panamá.

Si un conflicto “es esencialmente un proceso natural en toda sociedad y un fenómeno necesario para la vida humana” como lo define Juan Pablo Lederach, en el libro Educación para la Paz; también lo debe ser el abordaje del mismo. Mucho se habla de que los conflictos son destructivos, pero si se abordan de la manera adecuada, pueden convertirse en factores positivos para las personas, comunidades y para la sociedad en general.

Uno de los caminos que la iglesia siempre anima e impulsa es el diálogo. Y para dialogar, las partes tienen que comprender y reconocer las tres dimensiones que tiene todo conflicto: las partes, los asuntos concretos y el proceso o el nivel de conflictividad.  

De igual modo, es necesario identificar cuáles son las fuentes de los conflictos. Según Christopher Moore, un estudioso del conflicto, éstos se deben a cinco factores: estructura, valores, intereses, relaciones o información. Generalmente los conflictos sociales están relacionados con las tres primeras causas.

Los problemas de estructura se refieren a la disponibilidad de recursos, a los niveles de autoridad y poder, a las leyes y políticas existentes. Lo valores hacen referencia a las creencias, ideas, enfoques y modos de percibir las situaciones. En el caso de un conflicto de valores, se hace más complicado, ya que éstos no se negocian. En todo caso, hay que trasladar el asunto hacia los intereses. En este sentido, el bien común debe prevalecer sobre el beneficio personal o privado.


Los diálogos se pueden realizar de manera directa o con intermediarios cuando las partes no llegan a un entendimiento. Para ello la iglesia siempre tiene la disposición de colaborar en el acercamiento de las partes.

SER JOVEN


Rigoberto Pitti - Publicado en www.panoramacatolico.com, Panamá, 12 de agosto de 2015.

Las Naciones Unidas han designado el día 12 de agosto como el día Internacional de la Juventud. En la Iglesia Católica, los jóvenes representan una fuerza que dinamiza los distintos procesos pastorales y sociales.

Las palabras del Papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en  el 2013, aún resuenan en los oídos de millones de jóvenes que vuelven a participar y a involucrarse en las cosas de la Iglesia. Recientemente en su encuentro con jóvenes paraguayos, Francisco aclaró que “el lío debe hacerse bien, ordenadamente, y a partir del conocimiento personal de Jesús”.

La Comisión de Justicia y Paz, ha estado impulsando, desde hace algunos años, la participación de los jóvenes en el cambio de la cultura política del país. Algunos proyectos como la Red de Jóvenes Vigilantes del Pacto Ético Electoral y los concursos de canciones y vídeos, pretenden movilizar a jóvenes líderes para que aporten desde sus potencialidades y capacidades a una nueva conciencia política, social y cultural.

Este año se está gestando el liderazgo juvenil a través del proyecto de Formación en Doctrina Social de la Iglesia (DSI) a Jóvenes a nivel nacional. Con ello se pretende promover el desarrollo del liderazgo social y político de los jóvenes organizados y no organizados para la incidencia en la sociedad.


El proyecto tiene como objetivos específicos asegurar la participación de los jóvenes en la vida social y eclesial; conformar un equipo de formadores que promueva los contenidos y métodos de la DSI y; desarrollar un movimiento de jóvenes profesionales y dirigentes con capacidad de liderazgo para actuar y aportar a la realidad social en todo el país.

CRISIS DE SISTEMA



Rigoberto Pitti - Publicado en www.panoramacatolico.com, el 2 de agosto de 2015.

El capítulo III de la Encíclica Laudato si está titulado “La raíz humana de la crisis ecológica”. En este sentido se busca no solamente una explicación sobre los síntomas de las diversas crisis que enfrenta el planeta, sino y sobretodo, las causas profundas.

Francisco señala que en el fondo hay causas humanas que han provocado estas crisis. El paradigma tecnológico y el antropocentrismo moderno son las dos principales. En su reflexión sobre la tecnología, hay que agradecer su contribución al mejoramiento de la vida moderna, pero también esta tecnología da ''a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Y esta lógica del dominio tecnocrático es la que ha llevado a la degradación de la naturaleza, a explotar a las personas y a las poblaciones más débiles.

Este modelo de civilización actual influye en las formas como se entiende y utiliza la economía y la política. Es una lógica de mercado que no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social.


En el fondo de esta crisis sistémica está lo que el Papa describe como el exceso de antropocentrismo. Es una crítica fuerte contra el lugar que pretende tener el ser humano en el mundo que le rodea. Los humanos hemos asumido una postura auto-referencial, en la que podemos “usar y tirar”,  que ha llevado a justificar todo tipo de descarte, incluso a considerar a otras personas como cosas y a la naturaleza como un objeto del cual podemos servirnos sin contemplaciones.

ENERGÍA VERSUS ECOLOGÍA



Rigoberto Pitti- Publicado en PanoramaCatolico.com, el 26 de julio de 2015.

La globalización del paradigma tecnocrático ha llevado a la sociedad dominante a la falsa idea de que “existe una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos” (Francisco, Laudato si, 106).

Este mito está siendo socialmente alimentado en las ciudades, donde cada día se demanda más energía para mover una economía que pretende crecer de manera infinita e ilimitada (otra falsa premisa).

Entonces pareciera que nuestra sociedad se tensiona entre la demanda energética de los nuevos centros comerciales, los edificios ultramodernos y las mega-obras; y, por otro lado, la capacidad y disponibilidad de fuentes energéticas que provee nuestra madre tierra. Mientras los ciudadanos de las ciudades exigen electricidad y las empresas quieren asegurar sus inversiones; los habitantes de las áreas rurales defienden las fuentes de agua que, de manera voraz, pretenden acaparar las empresas generadoras de energía.

Francisco nos advierte que no podemos buscar respuestas urgentes y parciales a estos problemas ambientales. “Debería ser una respuesta distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el grave paradigma tecnocrático” (No. 111).


El Papa propone como un paso fundamental en este cambio de paradigma, una conversión ecológica, que implica “vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios (como una) parte esencial de una existencia virtuosa” (217). Además, implica vivir las consecuencias del encuentro con Jesucristo, en nuestras relaciones con el mundo que nos rodea.

DERECHO A LA VIDA





Rigoberto Pitti - Publicado en PanoramaCatolico.com, el domingo 19 de julio de 2015.

He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). La sociedad panameña está horrorizada ante los casos de femicidio que siguen ocurriendo en diversas áreas del país. El femicidio se entiende como el asesinato de una mujer a manos de su pareja o expareja.

Las autoridades tratan de tomar medidas, como las boletas de protección y la incorporación de algunos protocolos que podrían minimizar la ocurrencia de estos casos. Sin embargo, no se va a la raíz del problema, que está relacionado íntimamente con una cultura machista de largo arraigo histórico.

Para entender el problema, analicemos lo que hay detrás de un paradigma machista. Muchos hombres comparten el mito de que la mujer es su posesión personal, incluso cuando ya están separados o divorciados. Otros piensan que la mujer debe estar subordinada al hombre. Y hay quienes consideran que tienen derechos de controlar todo lo que hace su pareja. Estas podrían ser las motivaciones que inciden en crímenes tan atroces que vulneran en derecho a la vida.

Pensemos entonces en los retos que los ciudadanos, los grupos y las instituciones tenemos para abordar este mal. No basta con encarcelar al delincuente, mientras se siguen dando casos cada vez más intolerables. No es suficiente con tomar medidas drásticas, que producen a su vez una espiral más violenta.

Tenemos que unir esfuerzos como sociedad humana para cambiar los modelos de comportamiento colectivos. Crear espacios educativos, tanto para agresores como para las víctimas, con el fin de comprender y asumir que nadie tiene derecho de agredir o quitar la vida; sino de cuidarla y defenderla.