Por Rigoberto Pitti B. ( Publicado en www.panorama católico.com / 26-04-2015.
Las últimas semanas se ha hablado
en el país de nepotismo, como una forma de corrupción, aunque es considerado
como una falta administrativa y no un delito penal. El término nepotismo viene
del italiano nepote, que significa
sobrino. Se trata de la preferencia que tienen algunos funcionarios públicos de
alto rango de nombrar familiares cercanos sin importar su mérito profesional,
sino su lealtad y confianza.
El nepotismo tiene que ver, pues,
con la ética de los funcionarios públicos. El Decreto Ejecutivo No. 246 del 15
de diciembre de 2004, “por el cual se
dicta el Código Uniforme de Ética de los Servidores Públicos que laboran en las
entidades del Gobierno Central”, tipifica en al artículo 41, la prohibición
de nombrar en puestos públicos a familiares cercanos.
La ética de los servidores
públicos como la de cualquier cristiano, se fundamenta en el modelo de nuestro
Señor Jesucristo, quien vino a servir y no a ser servido (Mt 20,28). Jesús no
buscó privilegios para sí, ni para sus parientes. Al contrario, predicó que “el
que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor” (Mc 10, 43).
Además, su testimonio de vida fue lo que impactó a sus discípulos, a las
primeras comunidades cristianas y al mundo entero: “les he dado ejemplo, para
que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes (Jn 13,1-15).
En este momento, que la justicia panameña está en un punto crítico. Los ciudadanos cristianos tenemos el deber de pronunciarnos por un sistema político más transparente, en el que se cumplan las leyes y se corrijan las actuaciones que riñen con la ética.
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