
Recientemente participaron en el Curso Latinoamericano un grupo importante de líderes haitianos y dominicanos; hombres y mujeres de iglesias, organizaciones de promoción, productores y asociaciones barriales que trabajan por una vida más digna en sus países. Quisimos conocer sus opiniones y referencias en torno al contexto reciente de ambos países. Nos interesaba saber cómo han sido las relaciones haitiano-dominicana, ya que en los últimos meses leímos sobre algunos hechos de violencia que afectaba las relaciones bilaterales. También queríamos saber, qué acciones han venido tomando las organizaciones que trabajan por el desarrollo y la convivencia pacífica en ambos países y los retos que enfrentan en relación a la promoción de una cultura de paz. A continuación compartimos algunos testimonios de los que participaron en el curso o referencias de miembros de sus organizaciones en relación al tema.
Sobre las relaciones entre ambos países, Stanley Gue del Centro Francisco Bono (SJR), nos dice lo siguiente: “las relaciones haitiano-dominicano son un tema muy peligroso para muchos sectores y sólo traen discusiones que pueden afectar tanto a los grupos como a las inversiones extranjeras en República Dominicana. En Haití es una preocupación hasta que en la frontera haya una deportación en masa, lo que es preocupante porque no existe ninguna política para enfrentar estos casos”.
Marie Leonne Saindonelm de la organización GAD-NIPPES, nos decía que “mucho tiempo ya las relaciones entre países vecinos existieron. Haití comparte la isla Hispaniola con la República Dominicana. Estos dos países deberían cooperar en todos los ámbitos no sólo para desarrollarse sino también en favor de la isla. Distintas relaciones como: social, política, comercial… pueden desarrollarse el uno con el otro. Recientemente (viernes 24 de julio de 2009) un incidente acaba de producirse al mercado de la frontera Ouanaminthe-Dajabón donde se persiguió y pegó a algunos haitianos por los dominicanos por razones aún no aclaradas, y estas relaciones son las más importantes a veces ya que son las principales de la economía y requieren de estructuras bien definidas”.
El día anterior como nos contaba una religiosa, “fue asesinado en Kanka la Reyna un hombre, dominicano supuestamente a manos de un nacional haitiano, de dicho nacional se desconoce su paradero. La persona fue asesinada a palos y con una fuerte herida en el cuello, con un machete. El asesinato según dicen las personas de la comunidad fue para quitarle el motor al dominicano... Dicho motor fue dejado en la orilla del río Licey muy cercano a las viviendas a una pequeña comunidad haitiana... Esta pequeña comunidad terminó pagando el asesinato del nacional dominicano”.
Hechos como estos preocupan muchos a las organizaciones sociales que trabajan promoviendo las buenas relaciones entre ambos países, ya que aumentan las tensiones y hasta ponen en riesgo sus propias vidas. El testimonio de la religiosa también relata que “golpearon fuertemente también a uno de nuestros laicos, colaborador de muchas instituciones y lo agredieron porque él los llamó a la reflexión y a hallar un camino por la ley y no por su propia mano”.
Stanley nos hace la siguiente reflexión: “muchas organizaciones como son las de defensas de los derechos humanos, las de promoción a la dignidad humanos y otras más, están luchando para llegar a la consciencia humana y dejar claro que la xenofobia y la discriminación solo son formas negativas de expresión y de frustraciones, no se le puede impedir a nadie que sienta. A nadie se le puede obligar, pero también hay que enseñarle la tolerancia, el respeto a la vida y los demás valores que fortalecen la convivencia en sociedad.
Muchas organizaciones trabajan en el acompañamiento a grupos de migrantes haitianos, en los bateyes, en las zonas francas, en las plantaciones de cultivos, en el sector de la construcción para concientización tanto en los dominicanos como en los mismos migrantes para ir viendo como promover una convivencia justa, sana y beneficiosa para los dos grupos.
La iglesia tanto la católica como la evangélica se propuso a trabajar la consciencia desde la creencia, la fe y los mandatos y principios espirituales. Muchos grupos y organizaciones han tomado posiciones y han ido dando pasos, acompañando a los grupos de migrantes, grupos de dominicanos para ayudarlos a ver las diferencias y diversidades como una riqueza y algunas trabajan para la integración de los migrantes en la sociedad dominicana. Que los niños nacidos en tierra dominicana sean reconocidos como lo dice la misma constitución, que se respeten las leyes dominicanas y que sean iguales para todos, sean dominicanos de padre y madre, dominicanos de ascendencia haitiana pero que no se den estas situaciones de repulsión y de rechazo por cuestiones políticas ni por nacionalismos o fanatismos.
Desde el SJRM creemos en una sociedad donde se respetan los derechos de todos, derecho a una vida digna, acceso a los servicios básicos (salud, educación, vivienda, trabajo...), una sociedad basada en principios y valores que defienden la vida y el respeto a la diferencia. Por ellos trabajamos la interculturalidad en las escuelas donde está presente Fe y Alegría según un acuerdo con la secretaria de Educación”.
Otra organización que realiza un trabajo interesante para promover las buenas relaciones entre ambos países es el Centro Puente. Antonio Vixama, un miembro de esta organización nos cuenta que “trabajamos con niños, adolescentes, jóvenes y mujeres haitianos y dominicanos. Para llegar a la relación con los dos pueblos, realizamos actividades como las siguientes: educación ambiental, comunicación y expresión oral, prevención de VIH-SIDA, intercambio binacional con experiencias de campamentos de verano (cinco días en Haití y cinco días en República Dominicana), cursos de idioma creole y español para permitir la comunicación entre ellos; marchas para hacer respetar los derechos humanos. Tenemos una red de jóvenes constituída con jóvenes de ambos países. En nuestro trabajo, hemos mejorado bastante la relación dominico-haitiana”.
Por Rigoberto Pitti Beitia, Panamá.
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