miércoles, 28 de enero de 2009

Por las tierras de Evo Morales



Bolivia 2006.

Estuve en el país andino de Bolivia entre el 16 y el 29 de septiembre pasado, coordinando un seminario titulado Liderazgo Organizacional y Economía Solidaria, junto a dos colegas de trabajo. Este seminario se realizó en la ciudad de Cochabamaba. También aproveché para visitar egresados y egresadas de nuestros cursos en la ciudad de Tarija, fronteriza con Argentina. Como parte de mi informe, les comparto esta opiniones referentes a la coyuntura actual de Bolivia.

La figura de Evo Morales y la lucha de los pueblos originarios:

El proceso político que vive Bolivia es muy particular, un presidente que nació y se ha identificado siempre con su pueblo originario. Tiene carisma de líder y cuenta con el apoyo mayoritario de la población tradicionalmente excluida. En el ambiente donde estuve, se nota mucha expectativa en torno a lo que puede ser este período de gobierno. Los grupos originarios quechuas y aymaras se sienten parte del cambio y apoyan plenamente los esfuerzos del gobierno. Eso se pudo palpar con la gente que estuvo en el taller de Cochabamba y con la gente que entrevisté. Sin embargo, por el lado de las ONG, hay ciertas aprensiones en relación a que Evo está liderando un movimiento indigenista y está dejando al margen a mucha gente de otros sectores sociales que en principio le apoyaron.

Constituyente y Autonomías:

Dos temas que se juntaron en un referéndum nacional y que ha creado cierta división nacional. Si bien es cierto, se aprobó el proceso de la Constituyente, el debate que le ha seguido ha sido arduo y agridulce para el actual gobierno del MAS. Específicamente el debate se ha estancado en lo referente al procedimiento para la toma de decisiones sobre los asuntos sustanciales del documento que se convertirá en la nueva Constitución. Mientras el MAS quiere que se haga con la mayoría simple, la oposición prefiere que sea con dos tercios, situación que les favorecería juntando todas las fuerzas opositoras.

Por otro lado, en el referéndum, también se pedía la opinión respecto a la autonomía de los Departamentos del país. Esta opción fue aprobada en lo que se llama la Media Luna (los Departamentos de Pando, Beni, Tarija y Santa Cruz). Esta zona, tradicionalmente más pujante en la economía del país, ha sido un elemento de oposición y presión hacia los esfuerzos del gobierno de Morales.

Confrontación entre gremios y presión social: si bien es cierto que hay gremios que están reivindicando sus demandas inmediatas, hay una opinión bastante fuerte, de que los grupos de poder económico parecieran estar detrás de varias de las movilizaciones, en un plan que busca desprestigiar y desarticular al actual gobierno y debilitarlo, incluso frente a sus propios seguidores. Se habla por ejemplo, de que en Sucre, la capital política donde se está llevando a cabo el proceso de la Constituyente, hay negociaciones por detrás de las mesas para comprar a los diputados del MAS y romper la fuerza que tiene el gobierno.

Medios de Comunicación: creo que es una de las debilidades del actual gobierno, que no ha tenido una estrategia de comunicación desde el inicio de su mandato. Los medios de comunicación de masas casi en su totalidad son adversos al gobierno. Por ahora sólo se habla del desarrollo de las radios comunitarias como una de las estrategias de comunicación del gobierno. Parece que Evo quiere llegar a los pueblos más alejados, pero mientras tanto, en las ciudades va ganando terreno la oposición.

martes, 20 de enero de 2009

Cuarenta Años de Teología de la Liberación





Desde la iglesia del silencio

Durante la celebración del Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII entre los años de 1962 y 1965, se notó la ausencia y el silencio de una reflexión teológica latinoamericana. Sin embargo, el mismo concilio abrió las puertas para que las iglesias locales pensaran de manera creativa su misión en sus respectivos territorios. De ahí surge en América Latina todo un proceso de análisis de la situación social, así como una profundización teológica que llevaría a replantearse el papel de la Iglesia en la región.

En 1968 ocurre la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) en Medellín, donde confluyen obispos y teólogos para dar fuerza a esta nueva forma de hacer teología desde Latinoamérica. De esta reflexión teológica se va configurando, además, una metodología (ver-juzgar-actuar), una eclesiología y una espiritualidad propia.

La pobreza y la justicia

El punto de partida de la reflexión de los teólogos latinoamericanos fue la dura realidad que ya golpeaba a millones de latinoamericanos. Los obispos en Medellín dijeron que “el episcopado latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor brota de millones de hombres pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte” (Documento de Medellín, 1968, XIV, 1).

Este análisis que se hace en Medellín y que continuará a lo largo de los años, se fundamenta en numerosos estudios y teorías sociales, entre ellos la Teoría de la Dependencia y el análisis marxista. Sin embargo, a pesar de que muchos teólogos se auxilian en estas ciencias, los mismos van elaborando su propia reflexión fundamentada en la teología cristiana.

Aparece la Teología de la Liberación

En una reciente entrevista realizada a Gustavo Gutiérrez, se puede constatar la fecha de inicio del concepto de Teología de la Liberación: “El 22 de julio de 1968 en Chimbote, Perú, me pidieron hablar de “teología del desarrollo” y me negué. Les dije que hablaría de teología de la liberación, que era más pertinente a nuestro contexto” (Cuadernos Opción por los Pobres, Chile, 2008).
Con la publicación del libro Teología de la Liberación en 1971, Gustavo Gutiérrez inicia el quehacer teológico de América Latina desde la perspectiva de la liberación. Allí señala que: “Hablar de una teología de la liberación es buscar una respuesta al interrogante: ¿qué relación hay entre la salvación y el proceso histórico de liberación del hombre?” (Gutiérrez, 1972, p. 73.). No se puede hablar de la salvación del ser humano, si esto no pasa por transformar las condiciones socio-económicas que le impiden vivir con dignidad.

Alrededor de estos años y como consecuencia del empuje de Medellín, se multiplican los escritos teológicos de diversos autores como Segundo Galilea, Juan Luis Segundo, Hugo Assmann, Miguel Bonino, que ayudaron a gestar esta teología desde el clamor de los pobres. Más adelante se suman Leonardo y Clodovis Boff, Raúl Vidales, Ronaldo Muñoz, Jon Sobrino, Pablo Richard, Enrique Dussel, Ignacio Ellacuría, entre otros, dándole más cuerpo a la teología de la liberación.

Los principales aportes de la Teología de la Liberación

Tradicionalmente se entiende que la teología es la disciplina que estudia las cosas de Dios. A diferencia de la teología europea, que en aquellos años se preocupaba por dar razón de la fe en un mundo de escepticismo religioso, el motivo principal de la teología en América Latina fue cómo hablar de Dios en un contexto deshumanizado e injusto. Entonces, había que hacer una interpelación de la situación de pobreza en la que se encuentran millones de personas y de cómo vivir el Evangelio en ese contexto.

Con el aporte pedagógico de Carlos Mesters y otros biblistas, se van configurando los círculos de lecturas desde los pobres. En muchos lugares como Panamá, Brasil, Perú, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y otros países más, aparecen las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), que van resignificando la interpretación bíblica y la vida en la iglesia. La reflexión no sólo les permite irrumpir como una fuerza histórica dentro de la iglesia, sino que también se van involucrando en procesos sociales más amplios que dieron lugar a múltiples movimientos sociales en la región.
El mismo Vaticano reconoció la validez de la Teología de la Liberación cuando afirmó en 1984 que “la aspiración a la liberación, como el mismo término sugiere, toca un tema fundamental del Antiguo y del Nuevo Testamento. Por tanto, tomada en sí misma, la expresión "teología de la liberación" es una expresión plenamente válida: designa entonces una reflexión teológica centrada sobre el tema bíblico de la liberación y de la libertad, y sobre la urgencia de sus incidencias prácticas. El encuentro de la aspiración a la liberación y de las teologías de la liberación no es pues fortuito” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Doc. Libertatis Nuntius, 1984, No. 4).

Hoy día pareciera que hablar de Teología de la Liberación es cosa del pasado. Algunos de los teólogos (como Leonardo Boff) han sido silenciados dentro de la Iglesia oficial. Otros, como Ignacio Ellacuría, corrieron menos suerte y fueron asesinados por los poderes de este mundo. Y no solamente teólogos, sino también muchos pastores como monseñor Oscar A. Romero, en El Salvador, sacerdotes, religiosas y laicos llenaron con su sangre el martirologio latinoamericano.

Sin embargo, como el grano de maíz que muere para dar fruto, los aportes de esta corriente teológica latinoamericana se han multiplicado de diversas maneras, no sólo dentro de la Iglesia, sino también en el contexto socio-político; no sólo en la región, sino en el mundo.