Este año se conmemora el 30 Aniversario de la Jornada
interreligiosa de Oración por la paz, realizada por el Papa Juan Pablo II, el
20 de septiembre de 1986. Ya en 1963 Juan XXIII, presentaba al mundo una
encíclica, la Pacen in terris, como
respuesta al peligro de una posible guerra nuclear.
La paz, según Juan XXIII, es una dimensión del plan
establecido por Dios (Pacen in terris,
1). En el mismo documento, sostiene que la paz verdadera “no puede apoyarse en
el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza
recíproca” (113). Es necesario orar por la paz, pues el único que nos puede dar
la paz es nuestro Señor Jesucristo (169).
Juan Pablo II, en las distintas jornadas por la paz,
destacó la importancia de la paz como “uno de los bienes más preciosos para las
personas, para los pueblos y para los Estados".
En su encíclica Sobre el Cuidado de la
Casa Común, el papa Francisco, destaca que “estamos llamados a ser los
instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al
crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud” (Laudato si, 53).
La paz, entendida desde la Doctrina
Social de la Iglesia, es un compromiso de todos los cristianos. Y está
íntimamente relacionada con la justicia y el cuidado de la Creación. “Todos los
seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa
peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus
criaturas” (Laudato si, 92).