jueves, 6 de noviembre de 2014

FIESTAS PATRIAS


Por Rigoberto Pitti

(Publicado en Panorama Católico, Ciudad de Panamá, Domingo 2 de noviembre de 2014)

Iniciando el mes de noviembre la Palabra de Dios nos decía, durante la celebración de todos los santos, que los bienaventurados son los que tienen hambre y sed de justicia y los que trabajan por la paz, entre otros (Mt 5, 1-12).

Este mes se presenta para los panameños como una temporada de celebraciones alusivas a la independencia de España y a la separación de Colombia. Días de gestas locales y nacionales que fueron configurando la identidad y nacionalidad panameña.

Es importante resaltar que, a pesar de algunos decretos y reglamentaciones que limitan el uso de los símbolos patrios, muchos panameños y panameñas expresan su fervor patriótico luciendo la bandera tricolor en sus casas, autos, oficinas, etc. Esta es una de las muchas maneras de hacer patria. Sin embargo, hay que ir más allá de lo folklórico y festivo.

Como panameños debemos profundizar en el análisis de las situaciones que impiden la realización de la vida digna para muchos. Panamá, aunque goza de crecimiento económico, es uno de los países con peor distribución de riquezas. Aunque nos llamamos crisol de razas, persiste una arraigada marginación y exclusión de grupos sociales: los hermanos indígenas siguen concentrando la pobreza del país; los campesinos no encuentran apoyo ni incentivos de los gobiernos; los afrodescendientes continúan siendo discriminados en el mercado laboral; los jóvenes son absorbidos por un sistema de empleo inestable y precario; muchas mujeres aún son víctimas de la violencia de género y así sucesivamente.


Vivamos estas fiestas patrias poniendo las bienaventuranzas de Jesús en primer lugar. Que nuestra meta como país sea la equidad y la justicia social; la armonía y la paz; en fin, el ser humano como centro del desarrollo nacional y el Padre Creador como fundamento de nuestras vidas.